La tierra se interponía entre el sol y una rotunda luna llena, tal vez esa era la causa por la que el corazón del lobo andaba de sacudida en sacudida, o quizás era que el final del otoño anunciaba la entrada inminente de la estación donde el celo se apoderaba de todos los reyes de los bosques.
Ella había nacido con la maldición de las mujeres de su estirpe corriendo por sus venas. La fama de su belleza, era más una condena que una bendición. Su padre la mantenía lejos de las miradas indiscretas hasta que llegase a una edad prudente para desposarla y así librarse de una hija, que le recordaba demasiado la mirada gris glacial de una mujer a la que odiaba, por haberlo dejado solo en aquel lugar con el corazón roto.
El torbellino de fuego que quemaba sus entrañas, era mucho más fuerte que cualquier otro sentido, así que empezó a correr hacia el horizonte, parecía que sus patas sabían el camino, corrió hasta quedar sin aliento, paró en un claro del bosque y empezó a ulular.
Los aullidos resonaron en toda la aldea, dejando desierto hasta el último callejón.
Ella contemplaba el eclipse absorta, ajena a todo, los aullidos le parecieron un dulce reclamo en la noche más extraordinaria que jamás había visto. De pronto todo cobró forma. Cogió su capa, dejando atrás la aldea y adentrándose en un bosque que parecía haberla estado esperando una eternidad.
La tierra había dejado de hacer sombra a la luna , creando la ilusión de una aurora boreal, lo que a ella le pareció mágico. Cuando llegó al claro del bosque de donde procedían los aullidos, pudo ver al lobo, adivinando en el fondo de aquellos ojos grises glaciales que ya estaba en casa.
Evaglauca
3 comentarios
Evaglauca -
Gracias por pasarse por aquí y dejarme su opinión siempre me hace bien.
Un cariño
opin -
Como siempre las imágenes que teje nos transportan a otras tierras.
Cariños.
(Por cierto creo que al final se ha deslizado un "adivinado" por un "adivinando". O no he entendido nada ;))
Evaglauca -