Cazaba sola, blanca y majestuosa como la Luna llena, casi no recordaba lo que era ir en jauría, pero no olvidaba el motivo del destierro.
Nunca debió dejarlo con vida, ni esconderlo, ni siquiera disfrutar con su presencia, jamás debieron cruzar sus sangres.
Aunque mirar a los ojos miel de sus cachorros, hacia que todo mereciese la pena, además sabían aullar a la gran dama blanca, mejor que cualquier lobo gris, por mucho que se empeñaran en llamarlos perros.
Evaglauca
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isabelbarcelo -
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