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SOÑANDO CON HADAS

Siempre me han cautivado los detalles más insignificantes, cosas que no tienen ninguna importancia pero que a mí me fascinan, y más de una vez me han puesto en algún aprieto porque quedo como hipnotizada cuando uno de esos gestos llega a mi mente y como un resorte capta toda mi atención, tal vez por eso me parezca maravillosa la Ceremonia del Té Japonesa, (Cha-no-yu, chado) que significa Agua Caliente para el te, camino del te). Todo está tan cuidado, tan medido, desde el entorno en el que se adecua todo con mimo y esmero, el Kimono, la cerámica donde se sirve y se prepara el té verde, los movimientos armónicos. Es imposible que ese té no esté divino, porque cuando alguien se toma tantas molestias para ofrecerte y compartir un instante tan perfecto, como mínimo te hace sentir especial y a quién no le gusta sentirse así.

Evaglauca


3 comentarios

Emqrlmaqdsseec -

“cuando alguien se toma tantas molestias para ofrecerte y compartir…” no puedo estar más de acuerdo con Evaglauca. Creo que aunque se olvidasen al final de echar el té, el agua caliente del chawan se nos antojaría elixir divino. Arual, pienso que al igual que Cristina Onasis hubiese dado toda su fortuna por entrar de oficiala en una peluquería (siempre según Sabina), más de una japonesa habrá sentido alguna vez la imperiosa necesidad de mandar las enseñanzas de Lu Yu y Sen no Rikyu a regar bonsáis y después de un té “de microondas servido en plástico” disponer de algo más de tiempo para, por ejemplo, “contemplar el inmenso océano desde alguno de sus acantilados”, quizás con amigos, tranquilamente, pero sin formalismos.
Fdo.- el mono que robó la manzana al que después se sentó en el cactus.

Toni -

Me alegra mucho que te guste y sepas disfrutar de la cultura japonesa, es una de esas pocas culturas milenarias que más que luchar por sobrevivir perduran por méritos propios y que como todas las culturas antiguas, alternativas al gris metalizado de la posmodernidad y al egocentrismo recalcitrante e interesado del “porque tu lo vales” como lema permanentemente actual, resultan en su pureza e inocencia de siglos fascinantes, absorbentes y hasta contagiosas.

Quizás es porque al igual que los antiguos románticos algunos y algunas nos refugiamos en el recuerdo o la ensoñación de lugares exóticos.
Uno de mis sueños, seguramente irrealizable sería visitar la isla de Okinawa, asistir a las magistrales clases de algún dojo de Kárate Goyu-ryu, disfrutar de su cocina conocida mundialmente por sus saludables propiedades y contemplar el inmenso océano desde alguno de sus acantilados...

De momento la ensoñación romántica se reducirá al no menos escapista placer de creerme un caballero medieval a los pies del castell de Súria, en la vieja línia fronteriza con los Sarracenos del siglo XIII.

Arual -

Tienes razón. Qué diferente tiene que saber ese té al que tomo yo calentado en el microondas con un vaso de plástico. Prefiero no pensarlo porque si no pienso que mi realidad es un mier..
Da igual intentaré disfrutarlo como si estuviera rodeado de amigos y no delante de la pantalla del ordenador. ¡Qué voy a hacer si no!