LA CAUTA GACELA
La cauta gacela, no quería salir de su escondite, el latir desbocado del corazón y el característico olor a miedo le avisaban del acecho del depredador.
Pero la cauta gacela, necesitaba comer y beber, puesto de no hacerlo, iba a morir de todos modos.
Con su miedo y el corazón a mil por hora salió a comer hierba fresca, y beber un poco -que rica está el agua cuando se está muriendo de sed-.
Una vez saciadas sus necesidades, disfrutó de la puesta de sol más bella y más naranja que jamás pudo ver, dado que en su vida, no había hecho otra cosa que salir corriendo. De pronto noto una presencia, y se lanzó a la carrera, en un frenesí de velocidad hasta caer exhausta esperando su muerte.
Al despertar no recordaba muy bien lo acontecido el día anterior, pero al alzar la vista a unos metros de ella, yacía uno de los ejemplares más fuertes y bellos que jamás había contemplado. Se acercó perpleja y medio aturdida lo movió con su hocico, y al hacerlo noto su respiración, al mismo tiempo que vio como abría sus grandes ojos negros.
-¿Estás bien?, casi me matas de un susto.
-Jamás, ninguna hembra me había hecho correr tanto.
-Ni a mí ningún macho quiso devorarme.
Evaglauca
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David Blázquez -
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Arual -
Arual -