EL ABABOL Y EL CARACOL
Soy un ababol, perdido entre un campo de trigo silvestre.
Me encanta sentir la caricia del viento entre mis pétalos y notar como mis cortos pelillos verdes se me erizan milímetro a milímetro a lo largo del tallo.
Últimamente, me siento observada por un pequeño caracol, diminuto, si lo comparo con esas rulotes enormes que pasan dejando surcos babosos a mi alrededor.
Debiera ignorarlo, puesto que amapolas y caracoles, nunca han sido amigos.
Pero disfruto tanto, observando su cáscara de color blanco y piedra, sus diminutos y blandos cuernecillos que parecen mirarme con curiosa avidez.
Tal vez soy un ababol orgulloso, que solo por ser una linda flor roja entre tanta espiga verde, me creo que puedo ser el centro de atención, de cualquier ser de mi alrededor.
Esta mañana, ha sido fascinante, mientras el sol extendía perezosamente sus rayos, y las últimas gotas de rocío corrían hacia la tierra ofreciéndome mi ducha matinal, un escalofrío, lento y tibio se ha ido apoderando de mi hasta que lo he descubierto en uno de mis pétalos y le he dicho:
-Hola,
A lo que el ha contestado
-Hola mi preciosa flor.
Me he quedado paralizada por la sorpresa y la emoción, que el ha percibido y seguidamente ha vuelto a decir:
-Hola, precioso ababol, no temas, por mí, no voy a hacerte ningún mal, solo quería compartir un instante junto a ti.
No he sentido temor alguno, solo un baile de emociones y sentimientos, que compartidos nos han proporcionado la banda sonora del atardecer más hermoso que jamás he vivido hasta este eterno instante.
Evaglauca
4 comentarios
evaglauca -
coco -
evaglauca -
Un beso, y gracias, por tu comentario
María -
Casi como un beso de caracol.
Y además me encanta esa palabra: ababol.
Precioso