EL COLECCIONISTA DE ESTRELLAS
Desde que recuerda, siempre ha mirado al cielo, lo que le había costado más de un tropezón, pero con el tiempo aprendió con gran destreza a no perder de vista el suelo ni por supuesto el cielo.
Eso le daba un aspecto distraído, y un poco cómico, pero jamás prestó atención a lo que los demás pudiesen pensar de el.
Su afición a mirar hacia el cielo, lo condujo a admirar las estrellas. Sentía verdadera fascinación por ellas. Le encantaban las noches en que las estrellas parecían juguetear entre ellas, a ver cual emitía el destello más brillante. La competición debía ir en serio porque alguna de ellas a veces parecía caerse del cielo y entonces, el deseaba, que en su fugaz caída se cumpliese el deseo de alguien, a tiempo y de forma correcta. Porque los deseos son caprichosos y a veces se cumplen a destiempo y llegan a complicar la vida, un poco, al que lo ha pedido.
Odiaba las noches sin estrellas, así que había concebido un modo para coleccionarlas y así adornar sus noches cuando las nubes le robaban la visión de sus amigas brillantes.
Las noches claras, en las que las estrellas dominan con su luz el océano celeste. El dibujaba un mapa en su cuaderno de dibujo y luego las reproducía en el techo de su habitación con exacta pulcritud. Lo hacia con un material fosforescente, que se recarga con la luz del día y después brilla e ilumina el techo en la oscuridad de encima de su cama, ofreciéndole aquello que el mal tiempo le arrebata a menudo.
Así se convirtió en el coleccionista de estrellas, puesto que las tiene a todas en el techo de su hogar, replica exacta del campo de juego de las deslumbrantes, enigmáticas y mágicas estrellas.
Las noches grises, en las que la polución u otro fenómeno confieren al cielo ese aspecto azul- gris sin puntitos brillantes. El se acuesta con las manos debajo de la nuca y los pies cruzados y las contempla, imaginando una de lucha de destellos.
Evaglauca
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estefania mata ruiz -