Cuando se encontraba entre las flores, se le olvidaba el universo, solo podía disfrutar del néctar discurriendo por su todas y cada una de sus células.
Cuando se encontraba entre las flores, todo le era indiferente porque mimetizada entre ellas ya nada importaba, ni tan siquiera la fragilidad, el miedo o lo efímero de su ser.
Cuando el aroma de los frágiles pétalos impregnaba sus extremidades, se elevaba ese lugar donde habitan todos los posibles, no caben los límites y descansan todos los sueños.
El último día de verano mientras libaba el néctar de unas preciosas lilas, nada le hizo presagiar su fin, pero llegó como lo hacen las cosas inevitables. Una suave brisa la acompañó tímidamente hasta el suelo, donde lo último que pudo ver fueron sus amadas y deseadas flores.
Evaglauca