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SOÑANDO CON HADAS

En un pasaje de una de mis películas favoritas, hay una escena donde para describir una traición se dice al final de una frase “porque el corazón es un órgano de fuego”, de fuego, me ha parecido una forma muy bella de describir como los sentimientos a veces queman como un dulce veneno proporcionado incendios indescriptibles que inflaman el amor de unos y arrasan el alma de los que se dejan en el olvido.

Pero yo, soy una mujer y además debo de ser muy caprichosa, porque mi corazón posee un poco de los cuatro elementos, por supuesto el fuego, que me proporciona todo el color y calor que calienta mi alma, pero también el agua que mitiga la sed cuando la asfixia parece casi insoportable y calma mis ánimos como una lluvia cálida en primavera de aquellas que cala poco a poco pero no molesta, además mi corazón es tierra donde van a parar todas las semillas de lo vivido. Pero el aire, es capaz de mecerme como una suave y cálida brisa o de arrasar todo como si se tratase de una tormenta tropical para dar paso otra vez al resto de los elementos.

Evaglauca

2 comentarios

evaglauca -

Por diminuta que sea una llama, siempre alberga el secreto del fuego, aunque todos pasamos épocas. El agua es un elemento colosal, y además es el único que se transforma en sólido cuando el frío es tan grande que consigue helarla, pero también se convierte en vapor cuando la expones a un calor extremo. Dicho esto caballero de la orden de Suria , fluye como tu apreciado Cardaner, pero no permitáis que las heridas de las batallas perdidas no os permitan disfrutar de vuestro “ahora” porque como decían ya hace mucho tiempo Horacio Carpe Diem.

Toni -

Todas las veces, que fueron muchas, en las que yo me he sentido fuego, me he acabado quemando, muchos ayudaron a ello. Hoy soy tan sólo un fuego diminuto, ridículo más bien, un recuerdo ínfimo de lo que algún día fui o creí ser. Se encargaron de apagarlo envenenados soplos de traición femenina y los propios golpes suicidas del desengaño. Hoy soy un ser sin alma,oscuro, gris cubierto del liviano polvo envejecido de mi destierro junto a las murallas de Suria: una carcoma degradada que se esfuerza en enterrarme antes de lo que yo hubiese querido.
Si pudiera escoger, de nuevo sería agua, el agua de mi nuevo vecino el riu Cardener, y fluir lentamente, acariciando las orillas, sin estrépitos, con la dulzura de los ojos ancianos que bajo la sombra de un buen árbol disfruta del instante congelado en un presente sin futuro.