La niña que me habita ha decidido remover en el pasado. En estas fechas mis recuerdos se vuelven traviesos y saltarines en el tiempo.
Hoy me han cogido de la mano llevándome a la Navidad, donde escuche por primera vez el cuento de La cerillera, de uno de los hombres que más me ha hecho llorar en la vida, Hans Christian Andersen (cómo era capaz de destilar la tristeza en cuentos preciosos, y tristes).
Recuerdo con una nitidez que casi duele, el tremendo sofocón que me llevé, viendo a la
pequeña mendigar unas migas de caridad, mientras los demás se encerraban en su confort, dejándola morir de hambre, soledad y frío.
Desde entonces las Navidades eran agridulces, puesto que siempre que me lo
pasaba de fábula, cantando villancicos con mis primos, tíos, abuelos, padres y
hermana, pensaba en esas almas, que como la pequeña cerillera sufrían, frío,
hambre, desamparo, soledad
.
He pasado bastantes Navidades, unas mejores que otras, puesto que las ausencias se clavan en el corazón, cuando se hacen evidentes en torno a una mesa puesta para Noche Buena.
La niña que me habita ha decido remover mi conciencia, buscando el primer recuerdo, donde se dio cuenta de que no todo brilla en estas fechas, y que cada día hay más cerilleras, más consumismo y menos Navidad.
Aunque esa misma pequeña siempre se ha revelado, ante la falta de esperanza, y desánimo, por eso siempre, siempre , siempre, cierra los ojos ..y pide un deseo en Navidad.
QUE TODO EL MUNDO PUEDA SENTIR LA NAVIDAD.
Evaglauca
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