CAPITULO VII
No entendía la amabilidad de su improvisado cuidador, ni la curiosidad que despertaba en ella.
Ella sabía de sobra que cuando la necesidad de saber se le colaba por el cuerpo, no podía dejarla a un lado. Tendría que averiguar, el ¿por qué?, de sus conocimientos en emplastos y elixires, la razón por la cual su voz sonaba joven, pero daba consejos, que pesaban como los que esconden en sus corazones los ancianos. Le aterraba descubrirse inspirando el aire, intentando encontrar esa nota de terciopelo y bosque que emanaba de él, mientras le curaba la herida.
El disfrutaba de la presencia de esa bella mujer, le recordaba su niñez, cuando era libre y junto a su madre recorría los pueblos, ofreciendo ayuda a las parturientas, atendiendo a todos aquellos que se acercaban a su carreta. Tiempos en los que vivir no tenía otro precio que decidir que puente cruzar o cual dejar atrás.
Llegó el día, en el que él le quitó en vendaje, y decidió que el aspecto de la herida era lo suficientemente bueno, como para quedar descubierta.
A Jimena las fuerzas ya no le flaqueaban, se levantó para salir a respirar el aire del camino. No pudo impedir que Unax le acompañara. Mientras sus pies recorrían el camino, la charla se convirtió en un interminable interrogatorio, que no hacía más que alimentar la curiosidad que ambos sentían.
La tarde estaba llegando a su fin. Calentaban en el fuego lo que iba a ser su cena, y sin poder evitarlo llegó el momento de hablar de mañana.
-Al amanecer llegaremos a la aldea, conozco a una buena mujer, que no tendrá ningún reparo en darte cobijo mientras decides qué hacer, además es partera, tus conocimientos le serian de gran ayuda.
-No estoy muy segura, de que sea una buena idea. No tengo por costumbre estar bajo un techo que no sea el mío, ni tampoco a que nadie se tome tantas molestias en organizarme la vida.
-Podrías intentarlo hasta que nazca la criatura. No sería prudente embarcarse en un largo viaje después de tu convalecencia. No te sientas obligada, solo te digo que te lo pienses.
-Lo pensaré.
Un silencio denso se apodero de la noche tiñendo de desesperanza, el corazón de Jimena y de desasosiego el alma de Unax.
Evaglauca
2 comentarios
Evaglauca -
Un cariño Sr. Opin, sepa que su criterio es muy estimado en este lugar.
opin -
Pretenciosa, eso. Es una pretenciosa.
Cariños para la autora ;)