CAPITULO V
Salió corriendo de la casa, tenía que tomar un poco de aire, la tensión le golpeaba las sienes, el estómago se le había encogido de pura rabia, esa maldita mujer iba a volverlo loco, se le había colado en los sueños y ahora le anunciaba que iba a traer a este mundo a una niña.
No era la primera vez que le comunicaban la paternidad de un hijo bastardo, pero esta vez no había lágrimas, ni ruegos, solo odio, un odio que quemaba en los ojos de ella y que se le colaba directamente en las entrañas.
Y de esas entrañas surgió la ira, una ira desbocada que dominó todos y cada uno de sus impulsos, igual que esos animales a los que daba caza acorralándolos con una jauría sedienta de sangre.
Montó en su negra y fiel yegua y ante una atónita Jimena, se dirigió hacia la parte de atrás y sin que ella pudiese evitarlo, saltó la valla pisoteando sin tregua sus preciadas y amadas mandrágoras. De nada sirvieron los gritos ni el intento desesperado de derribarlo de su montura, puesto que se deshizo de ella, con un certero golpe de maza que la dejó tendida en el suelo.
Despertó en medio de un charco de sangre, una sensación de ahogo provocada seguramente por el humo que salía de una montaña de cenizas y escombros, era todo lo que quedaba de su hogar. Pero lo que hizo que unos surcos de sal corriesen por sus mejillas, fue la visión del terreno que tenía ante sí, un revuelto de tierra hojas y bulbos ocupaba el lugar de lo que antes había sido un bello jardín de Mandrágoras.
Se levantó como pudo, con las fuerzas mermadas por el golpe y la pérdida de sangre se dirigió al pueblo para pedir ayuda, jurándose que aquel acto infame no quedaría impune, que no descansaría mientras le quedase liento, hasta encontrar a ese maldito cobarde y arrebatarle todo como había hecho con ella.
Evaglauca
3 comentarios
Evaglauca -
Un abrazo
OPin -
Siga con ganas que va muy bien.
Cariños.
Evaglauca -
Solo espero que no os aburra mucho, y por cierto me interesa vuestra opinión, que me ayudará a elegir un destino u otro a través de los capítulos.