PIEDRAS
Ahí están, quietas, sobrepuestas en el mueble, con sus diferentes formas, texturas y tamaños. Siempre me han fascinado, despiertan en mí las cabalas más impensables, ¿de donde vendrán? ¿Por cuantos caminos habrán rodado? Mudos testimonios de millones de historias. Me gusta creer que el magnetismo que poseen, a parte de su composición atómica, también se la deben a esos secretos que atesoran en su interior y que nunca nadie podrá arrancar. Por esa razón, siempre que voy a un lugar en el que no he estado, cojo una piedra y la meto en mi bolsillo, y luego la coloco en algún lugar de mi casa. Así, cuando las contemplo, como hoy, sentada en el sofá, veo en ellas un tesoro inexpugnable y único, que me transporta o bien al origen de la piedra, o mucho más lejos, todo depende del secreto que ese día quiera contarme.
0 comentarios