De todos sus rasgos, ninguno destacaba especialmente, estaba envuelta en el manto de la armonía, su ritmo como su semblante era sutil con un ligero toque entre la nostalgia y la dulzura.
Una cabellera castaña, caía por encima de sus hombros, terminado su recorrido a mitad de la espalda. Unos ojos color miel hacían juego con su pelo, una nariz recta y comedida era el preludio de una boca enmarcada por una barbilla que otorgaba a su rostro la altivez justa.
Una complexión mediana enfundada en unos jeans y un jersey rosa palo, con unas botas a la altura de la rodilla, le conferían el aspecto de una mujer dinámica.
Pero lo que me tuvo abstraída durante un buen rato, fueron sus manos, unas manos que empujaban en el columpió, a una pequeña replica de ella, solo que con una cola de caballo y una sonrisa más diáfana. Las mismas manos que secaron las lágrimas de su hija, cuando tuvo que bajar de su diversión, para dejar que los otros niños que esperaban, ocuparan su lugar. Podría decir que eran unas manos medianas, blancas un poco huesudas, pero lo que les otorgaba ese algo especial, era la forma de moverse, como si una música interior se ejecutase dentro de sus diez dedos, y en vez de moverse danzasen.
Evaglauca
6 comentarios
Evaglauca -
Menchu, me gusta verte por aquí, un abrazo muy fuerte y un besico.
menchu -
Gata Negra -
Muchos besitos y muy feliz domingo :)
Evaglauca -
Un abrazo
OPin -
Un cariño de columpio para usted.
Evaglauca -