APRENDIENDO A CALLAR
Desde un tiempo a esta parte, mis silencios son más largos, al principio no me percaté, pero llevo unos días que apenas hablo, y lo curioso del tema es que nadie parece echar de menos a la parlanchina que llevaba dentro, ni siquiera yo.
Así que dueña de mis silencios y esclava de mis palabras, camino por el sendero de lo cotidiano, con lo dicho como lastre. Y lo que se queda por decir haciendo posos en mi alma.
Porque, tal vez, solo tal vez, cuando uno ya no tiene necesidad de decir nada y escucha el silencio de su soledad, el ruido es tan atronador que ensordece.
Pero he aprendido ha hacer alguna trampa y lo que no digo lo escribo en mi libreta del limbo de las palabras, donde inocentes y ajenas a todo, juegan a perseguirse con los sueños incumplidos, mientras las observan calladas las promesas rotas.
Eva glauca
1 comentario
Gabriel -
Alguien me mostró esta puertita, vi luz y pasé.
Te dejo un beso y ya te tengo en bloglines para no perderme de nada que escribas.